Desde un principio la
familia de las gaviotas nunca han sido mi devoción, me impresionan mucho, por
el tamaño su curiosa forma de volar y
demás, pero nunca ha sido un ave que me transmita confianza. Evidentemente no por ello voy a
dejar de fotografiarlas verlas y observarlas.Desde que me muevo por la zona de
marismas y eso no paro de verlas y claro siempre hay alguna dispuesta a posar
para mi jaja
La que más me atrae
es la reidora (Chroicocephalus
ridibundus, antes Larus ridibundus), su pequeño pico y la
forma de la cabeza hacen que tenga u aspecto como…más risueña, y nunca mejor
dicho.
Plumaje inv. |
Plumaje de verano |
También está la picofina(Larus genei), que, aunque
la veo poco siempre me resulta agradable toparme con alguna.
Y por último las patiamarillas
(Larus michahellis)….¿Que
puedo decir? Es la que menos me atraía de todas, no sé si será por sus gritos,
por lo descaradas que pueden llegar a ser robando comida o por la cantidad tan grande que hay por todos
lados, ya incluso por la campiña.
Pero la naturaleza el
año pasado me dio una gran lección cuando me encontré entre las marismas ,una
zona anidada por ellas, el simple hecho de ver los huevos tan grandes y tan
cerca me fascinó, pero aun más sus pequeños pollos, tan rechonchos y redonditos
que perecían estar envueltos en algodón. Fue entonces cuando me di cuenta que
las patiamarillas me gustaban.Al encontrarme a esos pequeños escondido bajo el arbusto…un escalofrío me
recorrió todo el cuerpo, era la primera vez que los veía y fue un momento
difícil de explicar e irrepetible, qué me hizo cambiar de idea totalmente de
estas maravillosas aves.
Pero ya la gota que
colmó el vaso fue cuando me encontré esto…
Un huevo eclosionando,
una patiamarilla empezando su vida. Sus pequeños pulmones acaban de catar el
oxigeno del aire salino que se respira en la marisma, sus primeros movimientos
y hasta sus primeros chillidos…SIN PALABRAS.